martes, 7 de diciembre de 2010

Etiopia, un documental en vivo

El pasado mes de Noviembre hice una visita a mi segundo país, Etiopía. Uno de los países más increíbles de África, y me atrevo a decir, del Mundo.

Los primeros días los pasé en la capital, para inaugurar una exposición fotográfica en el Museo Nacional de Addis Abeba, la capital. La exposición sobre una de las tribus del sur del país, Konso.

Después de inaugurar con éxito la exposición me fui hacia el sur del país, quería volver al pueblo de Konso a saludar a todos aquellos que me ayudaron con el proyecto, que me acogieron y que me mostraron la grandeza de su cultura. El pueblo había cambiado mucho, y eso que solo había pasado un año. Llevo viniendo a ese lugar 3 años seguidos. Y cada año todo a evolucionado tanto. Cuando vuelva a ir no se como me lo encontraré. Es uno de los motivos por los cuales hice esta exposición. Una manera de protección de esa cultura, una cultura que esta sufriendo un gran impacto.
Después seguí mi ruta por el sur pasando cada día por una tribu diferente hasta llegar al destino que marqué al iniciar el viaje. Una tribu que visité el año pasado, una familia que me robó el corazón el año pasado y volvió a hacerlo con más fuerza esta vez.

Esta fue la primera imagen al llegar al lugar, y la imágen que me acompañaba cada amanecer y atardecer.

Sentada en una piel de cabra pasaba la tarde observando, me sentía como si mirara un documental en 360º. Miraba hacia el frente y estaba la joven mujer con su bebe dando de mamar al pequeño a pechos descubiertos, miraba a la derecha y una de las niñas estaba alimentando al granado, miraba a la izquierda y el padre de familia estaba afilando su único cuchillo multiusos, si me volteaba y miraba hacia atrás veía aquel chico joven con la herida en la cabeza sentado frente a la cabaña de su mujer observando a los pequeños suricatos, si miraba hacia el suelo, veía ese suelo árido con un escarabajo pelotero acumulando porquería en una pelota gigante, y si miraba hacia el cielo veia pasar aquellos pájaros de pelicula en forma de 'v' pasando suavemente por un cielo tintado de rojizo.


Podía pasarme horas solo observando, era increíble. Pero no sabéis lo mejor de todo. Aunque ver un documental en una pantalla de 360º es algo que no puede verse ni en el cine Imax. Aunque algún día se inventará, hay algo que no puede llegar a tenerse desde la distancia. La interacción. Darme cuenta que yo estaba dentro de esa escena, formaba parte de ella y podía interactuar con lo que tenia a mi alrededor.
También sentía el desplomante calor, sentir el silencio de lo lleno, estar en el paso de algún atrevido escorpión que confundía mi cuerpo con una roca, ser santificada por uno de los personajes más viejos de la tribu escupiendo de manera espolvorizada el café de la mañana, oír los cánticos de los niños a lo lejos por la noche, acunarte por estrellas hasta el horizonte, iluminarte exclusivamente por la luz de la luna...
Akale, Ikale, Ñakuam, Cherelé, Morgo, el pequeño "lebirbir", de manera más especial, y toda la familia, os llevo en el corazón. Pensaré en vosotros allá donde esté hasta mi regreso.

2 comentarios:

NN dijo...

Sin palabras Cristineta. Tus relatos cada vez tienen más sentimiento... sigue tu camino compartiendolo con nosotros.

Un placer para los sentidos!

Albert.

CRISTINA SENSERRICH dijo...

Gracias Hermanito... La verdad es muy dificil no sacar sentimiento después de poder compartir esas experiencias... Bueno, ya lo sabes de primera mano...Los hijos del sol...